Quemado.

Me quemo. En mi interior siento que me estoy pudriendo, que me estoy desgastando. Te necesito. Aquí. Y. Ahora. O al menos a esa persona que imaginé que serías. Deseo tu risa en la mirada, la constante alegría de tu rostro. Noches en vela y días de sueños. 
Ardo. La llama es cada vez mayor. Si te acercas, te quemas. Pero si fuiste tú quien me incendiaste, es un buen trato, ¿no? Ojo por ojo, diente por diente, corazón roto por corazón roto. 
Me consumo. Lágrimas. Todo es devastador y el dolor es incesante. Hasta mis labios se agrietan ahora que soy fuego, quién lo diría.
No puedo continuar así. El rojo se extiende como sangre por mis venas. El azul me lastima. Las chispas me recuerdan que hasta en el más pleno sufrimiento aún se albergan esperanzas.
Pero no es así: mi cuerpo se rompe, mi cerebro se funde y mi alma se parte.
Al fin me apago.
Soy ceniza.


Comentarios

Entradas populares