Seguiré bailando.

Como cada luna llena, bajo un mar de estrellas.
Porque a partir de ahora, que vengan mil quinientas cincuenta y ocho personas a decirme que soy patético, que doy asco o que me odian. Tendré mil quinientas cincuenta y ocho sonrisas para cada uno de ellos.
Para qué hacer lo que todos hacen, para qué presumir de algo de lo que careces. 
Para qué mentir y para qué llorar.
Vive y deja vivir.
Cada persona mantiene su derecho a tener una vida plena. Y a escuchar rock mientras recorre la Ruta 66 a doscientos kilómetros por hora. Y a tomarse un té caliente mientras lee El Gran Gatsby en la librería Shakespeare de París. Y a hacerse una foto mientras el frío lo consume en lo más alto del Himalaya.


Y a morir de amor y a resucitar por él. 
Porque si quieres, puedes.
Y recuerda que el Sol saldrá cada mañana y el amanecer despertará a todas las almas del planeta. Y tú te podrás levantar con los ojos hinchados o, en su contrario, lanzando destellos. Pero siempre serán esos preciosos ojos caoba que me dicen todo con sólo acercarme. Que me destruyen.
Porque los ojos hablan, al igual que los monos, los insectos o las escobas con las que limpias la cocina.
Y en esa misma cocina seguiré bailando mientras todos os vais a hacer daño a gente. Como si fuera un hobby ser un gilipollas. 
Pero vivo y dejo vivir.
Y el cielo me deja mirarle, la luna coquetea con las estrellas, y mientras suena mi canción favorita en el iPhone.
Y yo, pues bueno, sigo bailando.

Comentarios

  1. Manuel alegra ver que a pesar de tu depresión crónica eres capaz de ver (y escribir) cuando debes esa "bright side" que tiene la vida :D
    Un beso ;)

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