Un invierno cálido.

Mis ojos perdidos en un espacio vacío, oscuro y mudo. 
Pero lo que miro está lleno de vida, resplandece más que mil bombillas juntas y grita como un bestia.
Y en realidad sí que es una bestia, porque me ha matado. De cariño. De esperanza. De saber que llegan días buenos; y de comprender que las tardes llorando, a parte de con música, se pasan mejor con buena compañía.
Y porque dentro de nada el invierno va a atrapar nuestros cuerpos, y de hecho también nuestras almas. Porque ninguno queremos protegernos del frío con una manta si al lado no está esa persona para darnos mucho más calor que la lana, que el fuego, o que el propio Sol.
Ya que no puedes fijar tu mirada en sus ojos sin sentirte indefenso. 
Y ardes por dentro. 
Y buscas de forma exhaustiva la manera de decir que ya pueden llegar toneladas de nieve, de triste lluvia y de un viento aterrador; porque tu calor será eterno. Y sólo esperas que el suyo lo sea también.
Y que ambas llamas se fundan como nunca en la chimenea.
Y que ambas llamas se apoyen como siempre en el intento de proclamarse incendio.
Y que puedan con toda la madera que les echen.
Pero que el fuego no se extinga, porque amo los inviernos calientes. 


Comentarios

  1. Dios, eres mi puta inspiración!
    PD: Está genial! ��

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  2. Muchas gracias Sandru jaja. Me gusta que os guste :)

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  3. Te he comentado ya alguna vez que te quiodio, no?
    Está MAL hacer estas cosas con tu amiga muriéndose sola debajo de la manta, jo ;(.

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